Una canción en la tormenta

lunes, 16 de julio de 2007

 

Rembrandt "Tormenta en el mar de Galilea"

Asegúrate bien de que a tu lado peleen
los océanos eternos, aunque esta noche
el viento en contra y las mareas
nos hagan su juguete.
A fuerza de tiempo, no de guerra,
en medio del peligro nos guiamos:
Sea bienvenido entonces la descortesí del Destino
dondequiera que aparezca
en todo tiempo de angustia y también
en el de nuestra salvación,
el juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación.

De la niebla salen rumbo a la tiniebla
las olas que brillan y ser encrespan.
Casi estas aguas sin conciencia se comportan
como si tuvieran alma
casi como si hubieran pactado sumergir
nuestra bandera debajo de sus aguas verdes:
sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que pueda verse, etc

Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento
en reserva guardan ráfagas aún más poderosas,
que los que cumplimos las guardias asignadas
ni por un instante descuidemos la vigilancia.
Y mientras nuestra proa flotando rechaza
cada carrera frustrada de las olas,
canta, sea bienvenida la descortesía del Destino
dondequiera que se desvele, etc.

No importa que sea barrida la cubierta
y se rompan la arboladura, el maderamen
de cualquier pérdida podemos sacar provecho
salvo la pérdida del regreso.
Por eso entre estos Diablos y nuestra astucia
deja que la cortesía de las trompetas suene,
y que sea bienvenida la descortesía del Destino,
dondequiera que se encuentre, etc.

Asegúrate bien, aunque en poder nuestro
nada quede para dar
salvo sitio y fecha para encontrar el fin,
y deja de esforzarte por vivir,
que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene,
nuestro Servicio aquí nos ata.
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino,
dondequiera que aparezca,
en todo tiempo de angustia y también
en el de nuestro triunfo,
el juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación.
Joseph Rudyard Kipling (1865-1936)

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