Christmas Lights - Coldpaly

jueves, 23 de diciembre de 2010

No volveré a ser joven

viernes, 24 de septiembre de 2010


Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma
"Poemas póstumos" 1968

Nunca volveré

jueves, 5 de agosto de 2010


Soy la mujer que ha despertado
Me he levantado y convertido en tempestad entre las cenizas de mis criaturas abrasadas
Me he alzado desde los arroyos de la sangre de mis hermanas
Me ha dado fuerzas la cólera de mi nación
Mis ruinosas y quemadas aldeas me llenan de rabia hacia el enemigo,
Soy la mujer que ha despertado,
He hallado mi camino y nunca volveré.
He abierto las puertas cerradas de la ignorancia
Me he despedido de todos los brazaletes de oro
Oh compatriota, ya no soy lo que fui
Soy la mujer que ha despertado
He hallado mi camino y nunca volveré.
He visto criaturas sin hogar vagando descalzas
He visto novias con jena vistiendo luto
He visto gigantes muros de prisiones devorando libertad en su feroz estómago
He vuleto a nacer en medio del coraje y la resistencia épica
He aprendido el canto de libertad en el último aliento, en las olas de sangre y en la victoria
Oh compatriota, oh hermano, no me veas más como débil e incapaz
Con todas mis fuerzas estoy contigo en la senda libertadora de nuestro país.
Mi voz se entremezcla con miles de mujeres en pie
Mis puños se enlazan con los puños de miles de compatriotas
Junto a ti he subido los escalones hacia el camino de mi nación,
Para acabar con todos esos sufrimientos y romper los grilletes de la escavitud,
Oh compatriota, Oh hermano, ya no soy lo que fui
Soy la mujer que ha despertado
He hallado mi camino y nunca volveré.


Meena Keshwar

Lo tenemos que parar

miércoles, 14 de julio de 2010

Caín

lunes, 21 de junio de 2010

Ya comenzaban a pesarle los ojos cuando una voz juvenil de muchacho lo sobresaltó. Padre, dijo el joven, y luego otra voz, de adulto de cierta edad, preguntó, Qué quieres, Isaac, Llevamos aquí el fuego y la leña, pero dónde está la víctima del sacrificio. Y siguieron subiendo la cuesta (…) Hará unos tres días, no mucho más, el señor le dijo a Abraham, padre del muchachito que llevaba en la espalda el haz de leña, Llévate contigo a tu único hijo, Isaac, a quien tanto quieres, vete a la región de la moria, y me lo ofreces en sacrificio sobre uno de los montes que te indicaré (…) Lo lógico, lo natural, lo simplemente humano hubiera sido que Abraham mandara al señor a la mierda, pero no fue así. A la mañana siguiente, el desnaturalizado padre se levantó temprano para poner los arreos en el burro, preparó la leña para el fuego del sacrificio y se puso en camino hacia el lugar que el señor le había indicado, llevando consigo dos criados y a su hijo Isaac. Al tercer día de viaje, Abraham vio de lejos el sitio señalado. Les dijo entonces a los criados, Quedaos aquí con el burro que yo voy hasta más arriba con el niño para adorar al señor y después regresaremos hasta donde estáis. Es decir, además de ser tan hijo de puta como el señor Abraham era un refinado mentiroso, dispuesto a engañar a cualquiera con su lengua bífida, que, en este caso, según el diccionario privado del narrador de esta historia, significa traicionera, pérfida, alevosa, desleal y otras lindezas semejantes. Llegando así al lugar del que el señor le había hablado, Abraham construyó un altar y acomodó la leña encima. Después ató a su hijo y lo colocó en el altar, sobre la leña. Acto seguido levantó el cuchillo para sacrificar al pobre muchacho y ya se disponía a cortarle el cuello cuando sintió que alguien le sujetaba el brazo, al mismo tiempo que una voz gritaba, Qué va a hacer, viejo malvado, matar a su propio hijo, quemarlo, otra vez la misma historia, se comienza por un cordero y se acaba asesinado a quien más debería amar, Ha sido el señor quien me lo ha ordenado, se debatía Abraham, Cállese, o quien mate aquí seré yo, desate ya al niño, arrodíllese y pídale perdón, Quién es usted, Soy Caín, soy el ángel que le ha salvado la vida a Isaac.

José Saramago
(Fragmento de su obra Caín)

Alexa Meade

sábado, 17 de abril de 2010







La Alicia de Tim Burton

viernes, 16 de abril de 2010

Midas. Poema de amor

lunes, 12 de abril de 2010

"y yo me iré
y se quedarán los pájaros cantando."
J.R.J.


Y yo me iré,
y tu te quedarás
pensando en otra espera
tigre en celo.
Y yo me iré
con la mar en borrasca
rebuscando el camino
sin la luz de tu estrella,
y quedarán sangrantes
desgarrones de vida
en la reja del puerto.
Tu corazón y el mío
habrán bebido todas
las nuevas alegrías,
y tú te quedarás
con mi recuerdo
clavado en las pupílas
mirándolo crecer.


Marina Romero Serrano

La gran vía de Madrid

jueves, 8 de abril de 2010

La Gran Vía de Antonio López

Canción sami - Niko Valkeapää

lunes, 5 de abril de 2010

Gjon Mili

jueves, 25 de marzo de 2010

La bailarina Alicia Alonso realizando un pas de bourée couru movimiento por el que se desliza y corre sobre sus puntas.

Imagen estroboscópica de las manos del director de orquesta ruso Efraín Kurtz, 1945.

Fusión

miércoles, 24 de marzo de 2010

Asentado en demasiadas causas mediatas
asentado junto a nuestras vidas
y los otros están allí
y por todas partes están los: «¡No!»
Y siempre más contra
que por
No condenar pues a aquél
que quiere asumir su parte en los
riesgos de la vida. Dejad
que se fusionen los metales
tolerad las alquimias que
por lo demás os dejan libres
de castigo
Es por la puerta de las
pupilas abiertas por donde las miradas
cruzadas han podido conducir al
acto fulminante de comunión:
«El ensanchamiento de los grandes
silencios»...
La mar vuelve a descender
a lo más bajo de la marea para
poder subir de nuevo a tiempo.
Un tiempo nuevo se ha abierto
una etapa un plazo un relevo
Así no nos quedaremos
sentados junto a nuestras vidas.


Le Corbusier
Extracto del Poema del ángulo recto

Dang Ngo

martes, 23 de marzo de 2010





Gwendal

martes, 16 de marzo de 2010

Mitos

viernes, 12 de marzo de 2010

La copa de las hadas

viernes, 26 de febrero de 2010

¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambre de mariposas?
Quizá.
En sus grutas doradas,
con sus diademas de oro,
allí estaban, como un coro
de reinas, todas las hadas.
Las que tienen prisioneros
a los silfos de la luz,
las que andan con un capuz
salpicado de luceros.
Las que mantos de escarlata
lucen con regio donaire,
y las que hienden el aire
con su varita de plata.
¿Era día o noche?
El astro
de la niebla sobre el tul,
florecía en campo azul
como un lirio de alabastro.
Su peplo de oro la incierta
alba ya había tendido.
Era la hora en que en su nido
toda alondra se despierta.
Temblaba el limpio cristal
del rocío de la noche,
y estaba entreabierto el broche
de la flor primaveral.
Y en aquella región que era
de la luz y la fortuna,
cantaban un himno, a una,
ave, aurora y primavera.
Las hadas ?aquella tropa
brillante?, Delia, que he dicho,
por un extraño capricho
fabricaron una copa.
Rara, bella, sin igual,
y tan pura como bella,
pues aún no ha bebido en ella
ninguna boca mortal.
De una azucena gentil
hicieron el cáliz leve,
que era de polvo de nieve
y palidez de marfil.
Y la base fue formada
con un trémulo suspiro,
de reflejos de zafiro
y de luz cristalizada.
La copa hecha se pensó
en qué se pondría en ella
(que es el todo, niña bella,
de lo que te cuento yo).
Una dijo: ?La ilusión;
otra dijo: ?La belleza;
otra dijo: ?La riqueza;
y otra más: ?El corazón.
La Reina Mab, que es discreta,
dijo a la espléndida tropa:
Que se ponga en esa copa
la felicidad completa.
Y cuando habló Reina tal,
produjo aplausos y asombros.
Llevaba sobre sus hombros
su soberbio manto real.
Dejó caer la divina Reina
de acento sonoro,
algo como gotas de oro
de una flauta cristalina.
Ya la Reina Mab habló;
cesó su olímpico gesto,
y las hadas tanto han puesto
que la copa se llenó.
Amor, delicia, verdad,
dicha, esplendor y riqueza,
fe, poderío, belleza...
¡Toda la felicidad!...
Y esta copa se guardó
pura, sola, inmaculada.
¿Dónde? En una isla ignorada.
¿De dónde? ¡Se me olvidó!...
¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambres de mariposas?
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Esto nada importa aquí,
pues por decirte escribía
que esta copa, niña mía,
la deseo para ti.

Rubén Darío

La zozobra

viernes, 5 de febrero de 2010

El día que vi desde la ventana la zozobra de Giacometti

“En la calle, en el café, las gentes me asombran y me atraen más que cualquier pintura o escultura. Un día huí del Louvre por no poder soportar más, no las obras, sino la verdad de los rostros. En todo momento, los hombres se juntan y se separan, y luego se aproximan para intentar reunirse de nuevo. Así, forman y transforman sin cesar vivas composiciones de increíble complejidad. La totalidad de esta vida es lo que quiero captar”.

Hombres que avanzan, hombres que zozobran. Las plazas llenas de soledad afilada, cada sombra con sus pensamientos. Los alambres de las espaldas y de los torsos, la escueta línea de las piernas sin músculos, los pasos casi aéreos. Y sin embargo caen las preocupaciones sobre el bronce, la carga de la existencia en los hombros.

”Antes creía ver a los personajes de tamaño natural. Cuanto más retrocedía para conservarlos enteros, más disminuían. Sólo desde 1946 comencé a percibir esa distancia que hace a los hombres reales y no el tamaño natural. Mi visión se hizo más amplia”.
Hombre que avanza, hombre que zozobra. Hombre que atraviesa el estudio con otro hombre en brazos. Hombre que cree avanzar y ve que la zozobra le invade. Hombre que se yergue de nuevo ante la zozobra y que sigue avanzando.
En el fondo, siempre cinco o seis temas.

A. Giacometti

Norman Rockwell

miércoles, 3 de febrero de 2010

La Dama de Shalott

lunes, 1 de febrero de 2010

La dama de Shalott de Henry Peach Robinson (1882)


I parte

A ambos lados del río se despliegan

anchos campos de cebada y centeno,

que decoran la tierra y se reúnen con el cielo;

y a través del campo se extiende el camino

que va hacia las torres de Camelot;

y la gente va y viene,

contemplando el lugar donde se balancean los lirios

alrededor de la isla de allí abajo,

la isla de Shallot.


Los sauces palidecen, tiemblan los álamos,

Las leves brisas se ensombrecen y tiemblan

en las olas que discurren sin cesar

por el río que rodea la isla

fluyendo hacia Camelot.

Cuatro muros grises y cuatro torres grises,

dominan un lugar rebosante de flores,

y la silenciosa isla aprisionaa la Dama de Shallot.


Por la orilla, cubiertas por los sauces,

se deslizan las pesadas barcazas

tiradas por lentos caballos; e ignorada

navega la chalupa con revoltosa vela de seda

rasurando las aguas hacia Camelot:

pero, ¿Quién la ha visto agitando su mano?

¿O asomada en el marco de la ventana?

¿Acaso es conocida en todo el reino

la Dama de Shallot?


Sólo los segadores, segando temprano

entre la espesura de cebada,

escuchan un canto que resuena vivamente

desde el río transparente que serpea,

hacia las torres de Camelot:

Y a la luz de la luna, el cansado segador,

apilando los fajos en aireadas mesetas,

al escucharla, murmura: “Es el hada

Dama de Shallot”.


II parte


Allí, noche y día, teje

un mágico lienzo de alegres colores.

Ha oído un susurro advirtiéndole

que una maldición caerá sobre ella

si mira hacia Camelot.

Desconoce el tipo de que maldición es,

y debido a ello teje sin parar,

sin preocuparse de nada más,

la Dama de Shallot.

Y moviéndose a través de un cristalino espejo

colgado todo el año ante ella,

aparecen las tinieblas del mundo.

Ve la cercana calzada

discurriendo hacia Camelot:

ve los arremolinados torbellinos del río,

los rudos patanes pueblerinos,

y las capas rojas de las muchachas,

provinientes de Shallot.


A veces, un grupo de alegres damiselas,

un abad deambulando,

a veces, un pastorcillo con bucles en el pelo ,

o un paje con melena y vestido carmesí,

van hacia las torres de Camelot;

Y a veces, a través del azul espejo

los caballeros vienen cabalgando en pares:

No tiene un caballero leal y franco,

la Dama de Shallot.

Pero aún gozando en tejer

en su lienzo las visiones del mágico espejo,

-cuando a menudo en las noches silenciosas

un funeral, con velas, penachos

y música, se dirigía hacia Camelot;

o cuando la luna estaba en lo alto,

y llegaban dos amantes recién casados-

“Cansada estoy de las sombras”,

dijo la Dama de Shallot.


III parte


A tiro de arco de su alero,

cabalgaba entre los fajos de cebada,

el sol resplandecía por entre las hojas,

y llameó en las grebas de bronce

del intrépido Lanzarote.

Un cruzado de rodillas para siempre

ante una dama en su escudo,

que resplandecía entre los dorados campos, cercanos a la remota

Shallot.


Las engarzadas bridas brillaban libres,

como las ramificaciones estelares que vemos

suspendidas en la áurea Galaxia.

Alegres resonaban los cascabeles

mientras él cabalgaba hacia Camelot:

y de su ostentoso tahalí colgaba

un poderoso clarín de plata,

y al galope su armadura repicaba,

cerca de la remota Shallot.

Bajo el azul del despejado día

brillaba la lujosa montura de cuero,

el yelmo junto con su pluma

ardían juntos en una única llama,

mientras él cabalgaba hacia Camelot.

Como suele suceder en la purpúrea noche,

bajo radiantes constelaciones,

algunos meteoros, trayendo una estela de luz gravitan

sobre la apacible Shallot.

Su frente clara y amplia resplandecía al sol;

con cascos bruñidos pisaba su caballo;

bajo el yelmo flotaban sus rizos

negros como el carbón mientras cabalgaba,

mientras cabalgaba hacia Camelot.

Desde la orilla y el río

Brilló en el cristalino espejo,

“Tirra lirra”, por el río

cantaba Sir Lancelot.

Ella dejó el lienzo, dejó el telar,

dio tres pasos por la habitación,

vio florecer el lirio en el agua,

vio la pluma y el yelmo,

y miró hacia Camelot.

La tela salió volando y ondeó en el vacío;

El espejo se quebró de lado a lado;

“la maldición cae sobre mí”, gritó

la Dama de Shallot.


IV parte

Tensos, bajo el tormentoso viento del este,

los dorados bosques empalidecían,

la corriente gemía en la ribera,

el cielo encapotado llovía fuertemente

sobre las torres de Camelot;

Ella descendió y halló una barca

flotando junto al tronco de un sauce,

y alrededor de la proa escribió

“La Dama de Shallot”.


Y en la oscura extensión río abajo

-como un audaz vidente en trance,

contemplando su infortunio-

con turbado semblante

miró hacia Camelot.

Y al final del día

la amarra soltó, dejándose llevar;

la corriente lejos arrastró

a la Dama de Shallot.
Yaciendo, vestida con níveas telas

ondeando sueltas a los lados

-cayendo sobre ella las ligeras hojas-

a través de los susurros nocturnos

navegó río abajo hacia Camelot:

Y yendo su proa a la deriva

entre campos y colinas de sauces,

oyeron cantar su última canción,

a la Dama de Shallot.

Escucharon una tuna, lastimera, implorante,

tanto en voz alta voz como en voz baja,

hasta que su sangre se fue helando lentamente,

y sus ojos se oscurecieron por completo,

vueltos hacia las torres de Camelot;

Y es que antes de que fuera llevada por la corriente

hacia la primera casa junto a la orilla,

murió cantando su canción,

la Dama de Shallot.

Bajo torres y balcones,

por muros de jardín y tribunas,

con brillante esbeltez pasó flotando,

entre las casas, pálida como la muerte

y silenciosa por Camelot.

A los muelles acudieron,

caballeros y burgueses, damas y lores,

y en torno a la proa su nombre leyeron,

La Dama de Shallot.

¿Quién es? ¿Y qué hace aquí?

Y junto al iluminado palacio,

cesaron los sones de vitoreo real;

y temerosos se persignaron

todos los caballeros de Camelot:

Pero Lancelot se quedó pensativo;

dijo, “Tiene un rostro hermoso;

Dios, en su bondad, la llenó de gracia,

a la Dama de Shallot”.


Alfred TENNYSON

Afganistán

lunes, 25 de enero de 2010

Francesco Cocco - Mujeres afganas
(Ganador en el XIII certamen de fotografía Luis Valtueña)

Nada permanece tanto como el llanto

viernes, 22 de enero de 2010

Patrick Farrell (The Miami Herald)
Premio Pulitzer 2009 por el huracan Ike en Haití

I
¿En qué preciso momento se separo la vida de nosotros,
en qué lugar,
en qué recodo del camino?
¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor
para decimos adiós?
Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas.
Nada ha dolido tanto a nuestro corazón
como colgar de nuestros labios la palabra amargura.
¿Por qué anduvimos este trecho desprovistos de abrigo?
¿En cuál de nuestras manos se detuvo el viento
para romper nuestras venas
y saborear nuestra sangre?
Caminar... ¿Hacia dónde?
¿Con qué motivo?
Andar con el corazón atado,
llagadas las espaldas donde la noche se acumula,
¿para qué?, ¿hacia dónde?,
¿Qué ha sido de nosotros?
Hemos recorrido largos caminos.
Hemos sembrado nuestra angustia
en el lugar más profundo de nuestro corazón.
¡Nos duele la misericordia de algunos hombres!
Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende?
Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea?
Todo ha sido arrastrado por las rigolas.
No supimos dialogar con el viento y partir,
sentarnos sobre los árboles intuyendo próxima la partida.
Nos depositamos sobre nuestra sangre
sin acordamos de que en otros corazones el mismo líquido ardía
o se derramaba combatido y combatiendo.
¿Qué silencios nos quedan por recorrer?
¿Qué senderos aguardan nuestro paso?
Cualquier camino nos inspira la misma angustia,
el mismo temor por la vida.
Nos mutilamos al recogemos en nosotros,
nos hicimos menos humanidad.
Y ahora,
solos,
combatidos,
comprendemos que el hombre que somos
es porque otros han sido.

II
Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
Basta con apretar un botón
y se disuelve como montaña de sal bajo la lluvia.
Ni es necesario argüir que desprecia al amo.
Basta con proclamar -ceñuda la frente-
que comprometía la existencia de veinte siglos.
Veinte siglos,dos mil años de combatida pureza,
dos mil años de sonrisas clandestinas,
dos mil años de hartura para los príncipes.
Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
La noche,
los rincones,
no,
nada de eso sirve ya.
Plazoletas y anchas calles se prestan bulliciosas.
No cuenta el asesinato con los pacientes,
No cuenta el príncipe con los sumisos.
Todos han olvidado que el hombre es aún capaz de cólera.
Las llamas se extinguen sin haber consumido el odio.
El día irredento ha postergado la resurrección del hombre.
Y los otros,
Aquellos que presencian la matanza sentenciando:
"Locos, habeis tocado a la puerta de la muerte
y ella se quedó en vosotros!"
Esos
Solo saben predecir la muerte,
No han aprendido a combatirla.
No han aprendido a cobijar la tierra en el corazón
Ni a ganar la patria para el hombre.
Y el sumido, ¿qué hace?
¿Dónde deposita su silencio?
¿En qué lugar del corazón teje la venganza?
Nadie lo sabe.
Todos le han olvidado.
Se ha dictaminado que su morada sea la sombra,
que el pan deshabitado sea su alimento,
que el pico le prepare el lecho
y la pala le cubra el corazón.
¿Qué es el hombre combatido?
Nadie lo recuerda.
Lo visten los trapos.
Lo arrojaron en la parte trasera de la casa
y allí
con los residuos
un guiñapo se amontona.
Las llamas se extinguen.
Se arrinconan los hombres en una sola sombra,
en un solo silencio,
en un solo vocablo,
en un llanto solo
y cuando todo sea uno,
uno el llanto y el vocablo uno
no habrá paz sobre la tierra.
¿No habrá paz?
Y aquellos que dictaminaron el destino del hombre,
los que jamás contaron con los sumisos,
amasarán con sangre su propia podredumbre.
¡No habrá paz!
¡Llanto para quebrar el llanto,
muerte para matar la muerte!

VII
Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,
palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.
Hemos dejado huellas por todos los caminos
y algunos de nosotros ya no estamos.
Hemos ido de manos con las sombras.
Nuestro andar es un grito estacionado.
Por cada paso, un día que transcurre.
Por cada palabras, mil palabras que vocifera la prole.
Qué será de nosotros después de esta larga travesía?
Poco importan si el mármol o la piedra eternizan
nuestro corazón de húmedo barro.
Nos basta con que nuestra voz perdure en la voz
del amigo, en la del compañero de rutas que nos tendió
la mano cuando se aproximaba la caída
Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.
A otros toca llenar los que nosotros dejamos.
Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.
qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?
A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?
Nada sabemos,
cumplimos una jornada que empezó antes que nosotros
y que no concluirá con nosotros.

Jacques Viau Renaud
(Puerto Principe, Haití 1942-Santo Domingo 1965)

Aurorretratos de una real pintora

















Gaffiti

domingo, 17 de enero de 2010

Magia de la noche

jueves, 7 de enero de 2010

Arnaldo Nasi- La noche y su magia.

Era la noche cálida como lo son tus ojos,

gruta de magia blanca era la noche.

Era la noche cómplice, bajo qué estrellas rotas

cobijamos el sueño de una noche,

de un verano sin noche, de un instante tan hondo

que era nada la vida aquella noche.

Galerías secretas de tus ojos sin bruma,

su nocturno fulgor, su brillo intacto.

Fresca rama tu risa golpeando mi pecho

en esa abierta herida de la noche.

Temblaban nuestras manos unidas en la noche,

y era noche el perfume de tu pelo,

y dolía mirarte como cuando hace frío

y quemaba en mi noche tu mirada.

Cuando besé tus labios, pareció arder la noche.

Igual que un corazón latió la noche.

y fue la noche nuestra y robamos la noche.

Sigilosa la luna nos seguía los pasos.

Abelardo Linares
De "Espejos" 1986 - 1991