Encuentro de Escritores del Entorno de Doñana. Junio de 1998
jueves, 17 de enero de 2008
Nunca más laboren las sombras su pócima de muerte,
nunca las manos viertan en el brocal del hades
oscuridad y frío.
Ni las palas se muevan, ni la pólvora estalle
para rasgar la espalda del ángel de la tierra.
Nunca más los martillos, los biceps, la metralla,
nunca más el comercio, la inteligencia, el fuego,
edifiquen la copa de licores funestos
ni la alce el destino sobre el llano inocente.
Nunca más, Guadiamar, ciegue el plomo tu espejo
con un lodo alevoso cargado de metales.
Naciste para el roce del ala, para copiar la nube
y el mecer de los frutos, para los ojos calmos
que aguardan la cosecha. Naciste por las aguas
que la luna argentéa y entibiecen los soles,
para entregar tu pecho húmedo a la marisma.
Nunca más la ironía de ofrecer al destino
consumar su tristeza. Que no pasen los vientos
sin que los hombres celen el sueño de Doñana,
que el plomo no circule debajo de los árboles
asesinando el agua, que el zinc y las escorias
no taladren el jugo de lo aún no nacido.
Nunca más el metal de la muerte se precipite oscuro
sobre un manto de vida, ni los toros erráticos
crucen la noche insomnes sobre la negra yerba,
ni las criaturas breves salgan del paraíso.
Solo el tiempo los cambie, sólo el vivir los cure
hasta que el mar se ofrezca cantando a recogerlos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario