No es mi vida feliz,
le hace falta un impulso de otra vida,
un ritual nuevo
que cercene el poder de la memoria;
un espejo, quizás, donde al mirarme
no surjan los fantasmas de otros tiempos
que pululan todavía en las estancias viejas.
La felicidad mía sólo encuentra las sombras,
sólo habita en el imperio de la pesadumbre.
Ésa es mi belleza interior:
la que nadie reclama.
José Luis de la Vega
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