Hubo un tiempo en que rechazaba a mi prójimo si su religión no era la mía. Ahora mi corazón se ha convertido en el receptáculo de todas las formas: es pradera de gacelas y claustro de monjes, templo de ídolos y piedra negra de peregrinos, tablas de la ley y del Corán porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura. El amor es mi credo y mi fe.
Ibn al Arabi (siglo XII)
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