Poca importancia

jueves, 15 de febrero de 2007

 


Y nos ponemos viejos.
Como a los viejos gatos
nos echan a patadas de todos los salones.
Jubilarse es así, sentirse gato
en un mundo de perros mimados y fascistas,
que gustan reventar gatos viejos, rendidos.

O sentirse hombre anuncio,
con un “A este le queda un cuarto de hora”
colgando de tus hombros, de tu fama.
Pero lo peor de todo es la certeza
de saberse esperando lo infinito.

No son homenaje de tu gusto,
donde hay gente que ensaya luto y pésame,
para un día cercano y previsible,
y donde otros te olvidan con urgencia,
como si de verdad hubieras muerto.
Rafael Pérez Castells

1 comentarios:

Anónimo dijo...

"Por casualidad" he ido a parar a tu blog. A mí no me apasiona la poesía pero reconozco que tus escogidas son interensantes. Esta en particular, es tan triste.
Seguiré leyendo.