Oda a la crítica

lunes, 19 de febrero de 2007

 

Yo escribí cinco versos uno verde, otro era un pan redondo, el tercero, una casa levantándose, el cuarto era un anillo, el quinto verso era corto como un relámpago y al escribirlo me dejó en la razón su quemadura, y bien los hombres, las mujeres, vinieron y tomaron la sencilla materia, brizna, viento, fulgor, barro, madera, y con tan poca cosa, construyeron paredes, pisos, sueños. En una línea de mi poesía secaron ropa al viento, comieron mis palabras, las guardaron junto a la cabecera, vivieron con un verso, con la luz que salió de mi costado, entonces llego un crítico, mudo y otro lleno de lenguas, y otros, otros llegaron ciegos o llenos de ojos, elegantes algunos, como claveles con zapatos rojos, otros estrictamente vestidos de cadáveres, algunos partidarios del rey y su elevada monarquía, otros se habían enredado en la frente de Marx y pataleaban en su barba, otros eran ingleses, sencillamente ingleses, y entre todos, se lanzaron con dientes y cuchillos, con diccionarios y otras armas negras, con citas respetables, se lanzaron, a disputar mi pobre poesía, a las sencillas gentes que la amaban. Y la hicieron embudos, la enrollaron, la sujetaron con cien alfileres, la cubrieron con polvo de esqueleto, la llenaron de tinta, la escupieron, con suave benignidad de gatos, la destinaron a envolver relojes, la protegieron, y la condenaron, le arrimaron petróleo, le dedicaron húmedos tratados, la cocieron con leche, le agregaron pequeñas piedrecitas, fueron borrándole vocales, fueron matándole sílabas y suspiros, la arrugaron e hicieron un pequeño paquete, que destinaron cuidadosamente a sus desvanes, a sus cementerios, luego se retiraron, uno a uno, enfurecidos hasta la locura porque no fui bastante popular para ellos, o impregnados de dulce menosprecio, por mi ordinaria falta de tinieblas. Se retiraron, todos, y entonces, otra vez, junto a mi poesía, volvieron a vivir mujeres y hombres, de nuevo hicieron fuego, construyeron casas, comieron pan, se repartieron la luz, y en el amor, unieron relámpago y anillo. Y ahora perdonadme señores que interrumpa este cuento que les estoy contando, y me vaya a vivir para siempre con la gente sencilla.
Neftalí Reyes
(Si quieres escucharlo en la voz de Joaquín Sabina, aquí lo tienes)



1 comentarios:

Denise dijo...

Muito lindo este teu blog. Lindos os textos e as poesias. Parabéns.
Um abraço brasileiro!! :))

Denise
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