más allá del dolor y del placer la carne
inescrutable
balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos
colores
la carne convertida en paisaje
en tierra en tregua en acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en abrasadora sospecha
en océano
en animal castigado
en evidencia y en olvido
viendo la carne tan cerrada y distante
me pregunto
qué hace allí la vida simulando
el cabello a veces tan cercano
que extravía al ojo en su espesura
las bisagras silenciosas cediendo
lagrimeando tornasol
y esa otra fronda inexplorada
en donde el tacto confunde
el día con la noche
fresca hermosa muerte a la mitad del lecho
donde los miembros mutilados retoñan
mientras la lengua gira como una estrella
flor de carne carnívora
entre los dientes de carbón
ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del
amor
saciándote saciándose saboreando el ciego
bocado
los mondos los frágiles huesecillos del amor
ese fracaso ese hambre
esa tristeza futura
como el cielo de una jaula
la tierra gira
la carne permanece
cambia el paisaje
las horas se deshojan
es el mismo río que se aleja o se acerca
tedioso espejo con la misma gastada luna de
yeso
que se esponja hasta llenar el horizonte
con su roñosa palidez
merodean las bestias del amor en esa ruina
florece la gangrena del amor
todavía se agitan las tenazas elásticas
los pliegues insondables laten
reino de ventosas nacaradas
osario de mínimos pájaros
primavera de suaves gusanos agrios
como la bilis materna
más allá del dolor y del placer
la negra estirpe
el rojo prestigio
la mortal victoria de la carne
Blanca Varela (Lima, 1926)
inescrutable
balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos
colores
la carne convertida en paisaje
en tierra en tregua en acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en abrasadora sospecha
en océano
en animal castigado
en evidencia y en olvido
viendo la carne tan cerrada y distante
me pregunto
qué hace allí la vida simulando
el cabello a veces tan cercano
que extravía al ojo en su espesura
las bisagras silenciosas cediendo
lagrimeando tornasol
y esa otra fronda inexplorada
en donde el tacto confunde
el día con la noche
fresca hermosa muerte a la mitad del lecho
donde los miembros mutilados retoñan
mientras la lengua gira como una estrella
flor de carne carnívora
entre los dientes de carbón
ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del
amor
saciándote saciándose saboreando el ciego
bocado
los mondos los frágiles huesecillos del amor
ese fracaso ese hambre
esa tristeza futura
como el cielo de una jaula
la tierra gira
la carne permanece
cambia el paisaje
las horas se deshojan
es el mismo río que se aleja o se acerca
tedioso espejo con la misma gastada luna de
yeso
que se esponja hasta llenar el horizonte
con su roñosa palidez
merodean las bestias del amor en esa ruina
florece la gangrena del amor
todavía se agitan las tenazas elásticas
los pliegues insondables laten
reino de ventosas nacaradas
osario de mínimos pájaros
primavera de suaves gusanos agrios
como la bilis materna
más allá del dolor y del placer
la negra estirpe
el rojo prestigio
la mortal victoria de la carne
Blanca Varela (Lima, 1926)
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