La enfermedad

domingo, 12 de agosto de 2007

 

La enfermedad es el lado nocturno de la vida.
Dos enfermedades conllevan, por igual y con la misma aparatosidad, el peso agobiador de la metáfora: la tuberculosis y el cáncer.
Las fantasías inspiradas por la tuberculosis en el sigloXIX y por el cáncer hoy, son reacciones ante enfermedades consideradas intratables y caprichosas. A lo largo de casi toda su historia, los usos médicos de la tuberculosis y el cáncer se entrecruzan y superponen.
La semejanza notable entre los mitos de la tuberculosis y del cáncer se debe, en primer término, a que se cree, o se creía, que ambas son enfermedades de la pasión:
-Según la mitología, hay siempre un sentimiento apasionado que provoca y que se manifiesta en un brote de tuberculosis. Pero las pasiones deben ser frustradas, las esperanzas deben marchitar.
-Según la mitología, lo que generalmente causa el cáncer es la represión constante de un sentimiento. La causa del cáncer es la represión de sentimientos violentos. La pasión reprimida que la gente cree que da cáncer es la rabia.
A medida que los sentimientos excesivos se vuelven aceptables, la enfermedad se transforma en vehículo de esos sentimientos. La tuberculosis pone de manifiesto un deseo intenso. La enfermedad revela deseos que el paciente probablemente ignoraba.
Los primeros románticos trataban de ser superiores siendo los que más deseaban, o los que más deseaban desear. El romanticismo contemporáneo parte del principio inverso: son los otros quienes desean ardientemente, y soy yo (la primera persona es típica) quien está exento de todo deseo.
En general, y quizá porque la depresión, tan poco romántica, ha desplazado la idea romántica de melancolía, el cáncer, al contrario de la tuberculosis, es impropio de una personalidad romántica. «Una ocasional vena melancólica», escribía Poe, «será siempre inseparable de la perfección de lo bello». La depresión es la melancolía sin sus encantos, sin su animación ni sus rachas.
La tuberculosis y el cáncer han servido expresar no sólo (como la sífilis) groseras fantasías en materia de contaminación, sino sentimientos relativamente complejos sobre la fuerza, y la debilidad, y sobre la energía. La tuberculosis fue el equivalente metafórico de la delicadeza, la sensibilidad, la tristeza, la impotencia; mientras que lo brutal, lo implacable, lo rapaz, se emparentaba al cáncer. No bien se habla de cáncer,
las matáforas provienen del vocabulario de la guerra. Las células invaden, los tumores malignos, las defensas del organismo, matar las células cancerosas…
Si la tuberculosis era la enfermedad del Yo enfermo, el cáncer es la enfermedad de lo Otro. La tuberculosis estaba asociada con la polución y ahora el cáncer se debe a la contaminación del mundo entero. La tuberculosis era “la peste Blanca”. Desde que se tiene conciencia de la existencia de la polución ambiental, se ha comenzado a hablar de una “epidemia”, una “plaga” de cáncer.

Susan Sontag*

4 comentarios:

vidiya dijo...

Tras varios meses enfrentándose a un cáncer, al tiempo que soportaba el arduo tratamiento contra la enfermedad, Susan Sontag, como todo escritor genuino, ponía la experiencia por escrito. El resultado fue La enfermedad y sus metáforas. Diez años más tarde, el ensayo fue ampliado con El sida y sus metáforas. Ambos textos examinan la forma en que los mitos de ciertas enfermedades crean actitudes sociales que pueden resultar más dañinas para el paciente que las enfermedades mismas.
Recibió el premio Principe de Asturias de las letras en 2003. Falleció de leucemia en 2004.

vidiya dijo...

Este texto no es más que un resumen obviamente de frases de la enfermedad y sus metáforas.

MAMV dijo...

Muy interesante. No conocía el libro de Susan Sontag, pero me interesa mucho. Gracias.
M. A. Mendo
miguelangelmv@telefonica.net
Estaba buscando algo de mitología relacionada con la enfermedad. ¿Alguna figura mitológica asociada a la enfermedad? ¿Job, por ejemplo?

Pisa con suavidad porque estás pisando mis sueños dijo...

Desde hacia tiempo deseaba encontrar el día perfecto para ponerme a escribir algo bonito y que fuera tanto para el lector como para mi, algo que pusiera en nuestros rostros una tenue sonrisa de satisfacción. Para llevar acabo aquello, antes debía elegir las herramientas necesarias, un bloc de tapas duras y un bolígrafo que se deslizase suavemente. El bloc lo encontré fácilmente, en cambio me costo más dar con dicho bolígrafo.

El día lo encontré, era una mañana de otoño en la que el cielo se pintaba de ámbar. La vegetación se vestía de ocres y rojizos colores y una finísima lluvia se dejaba caer en el asfalto, árboles, paredes y en los cristales de las ventanas con una agradable serenidad.
Me senté en mi mejor sillón justo al lado de la ventana y de escritorio haría una mesa camilla que siempre solía estar arrinconada. Coloque sobre dicha mesa aquel bloc de tapas duras y dispuse a su lado el bolígrafo que tanto me había costado encontrar. Una vez hice eso eleve hasta encima los ojos las gafas que me permitirían ver con mas claridad. Mire a mi alredor toda satisfecha por como había dejado todo, aunque sintiendo como en la boca del estomago se me hacia una especie de nudo causado por el nerviosismo. Era muy importante lo que pensaba hacer. Llevaba mucho, mucho tiempo esperando que llegara ese día. Abrí el bloc inmaculado, pasando por el mi mano una y otra vez y sentir la suavidad de su contacto. Ahora solo quedaba poner el bolígrafo en mi mano derecha, acoplando mis dedos a el. Así me quede durante un tiempo, no sé cuanto. Mi mano derecha con ese bolígrafo, habían estado sobre la primera pagina del bloc en espera de eso que tanto tiempo había estado postergando... La mano siguió en esa misma posición hasta quedárseme dormida lo que provoco la caída del bolígrafo. No iba a ser tan fácil como esperaba me dije a mi misma que ya comenzaba sentir el desanimo. Pasaron minutos, horas y esa luz ambarina con la que se encontraba el cielo fue oscureciéndose más y más. La lluvia dejo de derramarse sobre el asfalto, árboles, paredes y ventanas. La tristeza acabo por apoderarse de mí y los ojos se me humedecieron hasta que una lágrima se dejo caer por mi rostro y fue a parar al bloc que hasta ese instante había estado inmaculadamente preparado...Sin que llegar a escribir eso que tal vez tanto a vosotros como a mi nos hubiera gustado. Tan solo era cuestión de seguir esperando.


un beso y hasta pronto