Porque soy animal de la noche, insomne lechuza de tertulias, que hace de la sombra una larga puntada entre dos luces.
Porque la nana para vivir despierto, que no para no dormir, siempre fue una radio que me hablaba desde la terraza de la mesilla.
Porque he hallado amigos y maestros en esa pajarera ciega de la radio.
Cuando su voz templada, sabia palabra de la noche, ocupaba los 32 rumbos de la noche brillando en la Rosa de los Vientos, me hice de los suyos, y lamentaba tenerme que bajar, disciplina del madrugón, de su vagón de aventura, de su globo de misterio, de la nada que pilotaba su talento.
Todo en Él era noche. Cantaba la negra sosa que cuando muere el cantor, muere la vida. Cuando muere alguien que hace andar y hablar la noche, muere la noche.
Resucitará en otras voces, sí. Pero en el infinito, ya para siempre, veremos una negra y ciega Rosa de los Vientos en el ojal de la madrugada.
Descansa en paz Juan Antonio Cebrián, Hermano de la noche.
lunes, 20 de octubre de 2008
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1 comentarios:
La imagen, en la que sale el poeta con su nieto, está sacada de Blog de la Mediapágina: http://www.demipage.com/blog/index.php
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