...¿Por qué tantas veces lanzas a estos pobres ciudadanos
a riesgos manifiestos, oh para el Lacio causa y cabeza de los males presentes?
No hay salvación en la guerra, todos la paz te reclamamos,
Turno, y, a la vez, de la paz la única prenda inviolable.
Yo el primero, a quien te imaginas tu enemigo (y nada
me preocupa si lo soy), aquí vengo a suplicarte. Ten piedad
de los tuyos, depón tu actitud y, derrotado, vete. Dispersados
hemos visto ya bastantes muertes y despoblado grandes campos.
O bien, si la fama te mueve, si coraje tan grande abrigas
en tu pecho y si tanto ansías la real dote,
sé valiente y ofrece, cara a cara, al enemigo tu pecho confiado.
nosotros, almas viles, turba sin sepultura y sin lágrimas,
nos amontonemos por los campos! Tú eres más bien, si fuerzas te quedan,
si tienes algo del Marte de la patria, quien desafiar debe
al que te reclama.»
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