jueves, 28 de abril de 2011
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava,
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el Rio de las Nubes!
martes, 26 de abril de 2011
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
Miguel Hernández
lunes, 25 de abril de 2011
I
SIESTA
¡Qué solo suene el tiempo rojo y verde
contra tu comenzada ausencia eterna!
¡En qué arrinconamiento quemado nos dejaste
la superficie material sin tu presencia!
Te llevaste contigo a tu más ser
la identidad de nuestro azul,
la instalación desnuda del anhelo,
el fervor amplio de la estación plena.
(Estoy viendo ascender la rosa que dijiste,
caliente, entre la luz mayor y, a un tiempo, fresca.
Verano y sol aquí encima, sin ti.
un eco frío y una pompa seca.)
Ahora será, otra vez primaveral, debajo,
a tu apretado alrededor, tu hora entera.
Hora con radios de tu corazón
centro parado en floración suprema.
II
ESPACIO
Tu forma se deshizo. Deshiciste tu forma.
Más tu conciencia queda difundida, igual, mayor,
inmensa,
en la totalidad.
Y te sentimos
alrededor, en el ambiente pleno
de ti, tu más gran tú.
Nos miras
desde todo, nos sumes,
amiga, desde todo, en ti, como en un cielo,
un gran amor,
o un mar.
III
LUGAR
Con la tierra, en la inmensa madrugada,
tú; en esa paz sin sed, que no admite cansancio,
tesoro del estar definitivo
bajo el abismo azul sin miedo ni cuidados...
(Mano, ¡con qué mano segura
te abriste tú la estrada del remanso;
qué bien sabías tú en la sombra, arriba,
que penetrabas en la luz, abajo!)
..Y en lo evidente variable,
por el alrededor, jardín de espera
de caballeros y señoras,
tirito al blanco de la feria vana,
los otros, sí, nosotros, grises, negros,
intentando, tentando, tanteando
AURORA
Estará auroreando, primero, sobre ti
el campo seco. Guadarrama rosa;
aún soñará tu tierra gris en esa lucha dulce
del sol que viene y la huidera sombra;
el gorrión accidental, la fija esquila
gotearán su son, su pío de la hora.
¡Qué plenitud, tú en lo definitivo,
fundida a lo que nunca cambiará ya la historia;
estensión de tu yedra, tu nueva vida solitaria
por lo real profundo sin pasadiza forma;
semilla verdadera de lo fijo, escultura, conciencia
enquistada en la tierra que no de desmorona!
(Un momento, en su riel, el alto tren del alba
conducirá sus deslumbrados presos de una pena a otra.)
..¡Tú dentro ya, tú fuera, tú ya libre,
el vivo muere, el muerto es inmortal,
sustancia voluntaria para más alta obra!
Juan Ramón Jiménez (1932)
Conferencia de Federico García Lorca en el Ateneo de Madrid, en 1932, después de la muerte de María Blanchard.